domingo, 19 de julio de 2009

Conversación En La Catedral




La Pregunta zavalistica de toda generación



Desde la puerta de La Crónica, Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Estas palabras con las que empieza Vargas Llosa, son tan cruciales tanto en la obra como en la historia que refleja nuestro país, vista sin amoríos o felicidad. ¿Se puede joder una sociedad en un tiempo determinado?, ¿una generación o un personaje es responsable de una situación que se propaga quizás hasta nuestros tiempos?
En esta obra más que resaltar hechos históricos, de acontecimientos políticos, como el derrocamiento de Bustamante propiciado por Manuel A. Odria, cumple la función simplificadora de enmarcar sucesos individuales y relevantes en la historia personal de cada uno de estos personajes, distando Vargas Llosa de hacer una novela de personajes completamente principales o completamente secundarios, es mas bien una descripción de acontecimientos sociales que enmarcan problemas y conflictos que se relacionan entre los personajes, quizá también de los actores y sobre todo de la generación que vivió en esta dictadura, de los cuales los mas afectados son los NO oligarcas allegados al poder, los que tienen conciencia de su situación, o los que están en contra del stablishment. La novela informa de la situación de cada protagonista, que a la vez cumple denotar la información que se ejerce de su situación, sea esta condición social, situación económica, etnia, o ciudad donde se ejecutan una serie de eventos favorables o no al gobierno dictatorial.
Conversación en la Catedral, manifiesta la situación violenta, irrespetuosa, insolente, del gobierno que sucedió a Bustamante, y pone en pie y en jaque la vulnerabilidad de los derechos constitucionales y los procesos democráticos que muy insipiente y esporádicamente se ejerce en nuestra sociedad, con claro debilitamiento de nuestras instituciones y la fragilidad en el ejercicio de la ciudadanía, es quizá también el espejo de las siguientes generaciones políticas, de las repeticiones en forma corrupta del ejercicio del poder, que en muchos casos encontramos muy familiar, el gobierno de Odria por ejemplo con los acontecimientos del gobierno de los noventa, que si bien tiene variedad de apreciaciones para su diferenciación, se encuentran similitudes como la violencia, la coerción que se ejerce ante los opositores, la manipulación de las instituciones estatales, o el ejercicio del poder corrupto.

Retomando la pregunta ¿en algún momento se puede joder el país?, pues para mi la respuesta es si y no. Es si cuando la sociedad y los gobernantes empiezan a desperdiciar oportunidades que se crean en la relación histórica-política, y es no cuando se ejecuta la culpabilidad que se hace en función de una generación o un actor político determinado.
El fracaso de nuestra historicidad política que arraiga problemas económicos, como la pobreza, desigualdad, la mala distribución de la riqueza económica, el atraso industrial, son flujos reiterativos de una sociedad y actores sociales-políticos inmaduros, dispuestos y propensos a la corrupción, de donde sino existen instituciones fortalecidas y autónomas que imposibiliten el accionar dictatorial y narcisista de uno o algunos grupos de poder o simplemente de quienes acceden al mismo, será la pregunta zavalistica de toda generación insatisfecha de sus condiciones y conscientes de su situación.

 

Escrito por: Julio Del Carpio